Los
desórdenes alimenticios son cada vez más frecuentes a edades más tempranas, los padres, deben estar alerta y ser capaces de detectar signos sobre su posible aparición. Y es que, un trastorno alimenticio en niños
viene acompañado de ciertos signos que nos alertan sobre lo que está
ocurriendo.
Se culpa
de una manera general a los medios de comunicación y a la presión social a la
que están sometidos los niños y jóvenes de hoy en día para mantener un aspecto
físico concreto de ser los responsables de ciertos trastornos alimenticios. Sin
embargo, el problema es probablemente mucho más complejo de lo que parece, con
factores biológicos, genéticos y medioambientales que, combinados en un momento
concreto, desencadenan el desorden alimenticio, y el conjunto es algo muy
difícil de controlar.
La
anorexia y la bulimia son los trastornos alimenticios en niños y adolescentes
más comunes. La anorexia se caracteriza por una obsesión por la delgadez que
puede llevar no solo a no comer sino a hacer ejercicio hasta el límite de la
extenuación. La bulimia, por el contrario, consiste en comer compulsivamente y
haciendo grandes excesos, sobre todo dulces y comidas extremadamente calóricas,
para luego forzar el vómito o utilizar laxantes. Ambos se pueden presentar
aislados o en combinación, con temporadas de anorexia nerviosa alternadas con
otras de bulimia.
- Pérdida de peso pronunciada y extraña. Obsesión extrema por el peso de otras personas, sobre todo por aquellas que tienen un peso normal, tratándolas de gordas, y rechazando la delgadez como un problema.
- Cambio de hábitos alimentarios, desinterés por la comida en general o por algunas en particular, como los carbohidratos o las grasas. La desaparición de grandes cantidades de comida de la nevera puede alertarnos sobre una posible bulimia.
- Evitan las horas de la comida, el sentarse a la mesa con el resto de la familia o simplemente el comer con otras personas. Si no hay nadie no tienen que disimular y pueden directamente no comer.
- Las visitas frecuentes al baño, sobre todo tras las comidas y el uso de chicles o colutorios bucales de forma indiscriminada pueden relacionarse con la bulimia.
- Cambio en la forma de vestir, utilizando ropas amplias para evitar enseñar la figura.
- Opiniones extremas sobre las calorías, el peso o un especial interés que no existía con anterioridad sobre las dietas o hacer dieta. Dureza desproporcionada al opinar sobre el aspecto propio, viendo exceso de peso donde no lo hay.
- Ejercicio en exceso, o un aumento del que se realizaba de forma habitual.
- En el caso de la bulimia es fácil detectar marcas en las manos, los dedos o los nudillos al utilizar la mano para provocarse el vómito. También, pueden observarse falsas quejas de estreñimiento, en un intento de justificar el uso de laxantes.
Lamentablemente,
los niños que sufren trastornos de la alimentación se convierten en expertas a
la hora de esconder los signos que pueden alertar a los que están a su
alrededor, por lo que, como padres, debemos estar muy atentos, aunque nunca
culparnos si no somos capaces de detectar las señales, y ante cualquier duda,
intentar no perder la confianza de nuestro hijo, pero consultar rápidamente al
especialista.