miércoles, 12 de agosto de 2020
¿Como se origina una depresión?
Cuando hablamos del origen,
hablamos del inicio, el detonante, cuáles fueron los factores que llevaron a la
persona a sumirse en ese estado emocional. De manera esquemática tienen que
darse dos factores para que se inicie una depresión. Por un lado, que la
persona sufra un cambio vital que perciba como desagradable y, que la misma,
cumpla con algunos de los factores de vulnerabilidad que le harán más frágil
para sumirse en la tristeza y no poder salir de ella de manera natural.
Pérdida de reforzadores – Clasificación.
A los cambios vitales que
hemos comentado los llamaremos de manera técnica pérdida de
reforzadores, la persona se ve privada de algo que subjetivamente
consideraba importante y el balance entre los aspectos positivos y los aspectos
negativos de su vida se desequilibra. Pero tipos de pérdidas podemos encontrar
de muchas clases, Sevilla y Pastor proponen una muy buena manera de
clasificarlas:
- Cambios vitales. Hay cambios en la vida de la persona, que
le afectan negativamente. La pérdida o enfermedad de un ser querido, la
pérdida de un trabajo, una relación, la casa… Su magnitud o alcance va a
depender también del valor subjetivo o interpretación que se le dé a la
pérdida.
- Acumulación de pequeñas
pérdidas. Pequeños cambios vitales que, en
principio, no tendrían por qué vivirse como negativos si aparecieran
aislados, van sumándose y al final la gotita que colma el vaso hace que la
persona sufra una gran tristeza.
- Ruptura de cadenas
conductuales. Cuando se producen cambios
ambientales en los que aparentemente la persona no ha sufrido pérdidas,
continúa haciendo lo mismo, pero se está deprimiendo. Cambiarse de casa,
cambiar de amigos, de trabajo…
- Aumento en la cantidad o la
calidad de la aversión. Que
se produzca un aumento significativo de los eventos negativos que se
perciben. Aumento de trabajo y del consiguiente estrés, estudiar a
contrarreloj, tener a familiares en casa…
- Pérdida de reforzadores
simbólicos. Determinadas
circunstancias llevan a la persona a dejar de creer en valores filosóficos
o morales que ha tenido durante toda su vida. Dejar de creer en la
justicia, en Dios, en la religión…
Cuando en la vida de la
persona surgen alguna de estas pérdidas, la persona se ve sumida en un periodo
de tristeza normal, al que podemos llamar duelo. En caso de que no consiga
afrontar este proceso de manera eficaz, comenzará a sentir los cambios
emocionales, cognitivos y comportamentales mencionados, empezará a deprimirse.
Y como parte de este proceso se modificará el funcionamiento bioquímico del
Sistema Nervioso Central. El cerebro segregará menos neurotransmisores, los
encargados de la regulación del estado emocional, lo que ayudará a que la
depresión se asiente.
Factores de Vulnerabilidad para la depresión.
Muchas investigaciones han
demostrado que, amén de la pérdida de reforzadores, existen ciertas
circunstancias personales o factores de vulnerabilidad que
facilitan un mal afrontamiento de la tristeza. Estos factores serían:
- Un estilo de vida en el que el balance entre lo
positivo y lo negativo ya está de antemano desequilibrado con más peso en
el lado negativo. La persona tiene más obligaciones o estresores que
actividades placenteras.
- Una forma de pensar, es decir un estilo cognitivo, basado en
alguna de estas tres ideas:
- Uno mismo no es lo suficientemente
valioso. Es decir, personas con baja autoestima que se centran en sus
errores y pasan por alto sus aciertos.
- Filosofía de la culpa. Si la persona comete
un error, debe ser castigada severamente por sí misma en forma de
remordimientos y sentimientos de culpa.
- El mundo debería ser un lugar maravilloso
para vivir y cuando no es así es horrible y devastador.
- Personas que tienen lo que llamaríamos deficiencias en el área social, es decir,
problemas en cuanto a su relación con los demás o la falta de un soporte
social adecuado.
- Y, por último, una alta inhabilidad para resolver problemas. La tristeza es muy dura de afrontar y en lugar de afrontar el problema de frente, como no sabemos, porque no hemos aprendido, hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos, como fumar más de la cuenta, beber alcohol para “olvidar las penas”, o enfadarnos enormemente con los demás por ser así con nosotros.