Inclusión social
Lo que
hemos explicado anteriormente es, grosso modo, lo que conocemos como inclusión
social. La inclusión en la sociedad de sectores de la población tradicionalmente marginados puede pasar
por permitirles acceder a planes de ayuda económica para mejorar su condición
existencial, o a una educación
gratuita y de calidad para que sus descendientes no hereden las mismas condiciones
de marginación.
Estos son
sólo algunos de los muchos mecanismos a los que recurren los Estados y muchas organizaciones privadas sin
fines de lucro, combaten la exclusión y procuran construir una sociedad más
equitativa.
La
exclusión social no sólo se remite a los aspectos económicos y educativos
sino también a la participación política, la vida cultural, y la protección
social en términos muy generales. Un país que carece de la capacidad para generar inclusión, puede
incluso gozar de una bonanza económica sin que su población disfrute de los
frutos de la misma, ya que el bienestar no se reparte de manera equitativa.
Inclusión educativa
- Fuente:
https://concepto.de/inclusion/En el ámbito pedagógico, se habla de inclusión para referirse a la necesidad
de las escuelas de responder a un entorno de diversidad, es decir, a una comunidad con
diferencias sociales, políticas, culturales y económicas. El supuesto básico de
esta idea es que el sistema escolar debe adaptarse a sus estudiantes, y no
estos últimos a los estándares del sistema.
Así, la heterogeneidad
del alumnado no debería constituir un impedimento para que la escuela lleve a
cabo su labor educativa, puesto que toda institución educativa debe ser capaz
de identificar las barreras que limitan el aprendizaje y proponer alternativas superadoras. Este modelo
pedagógico surgió durante la década de 1990 en Tailandia, bajo el supuesto de
una “educación para todos”.
Esto se
traduce en un modelo inclusivo de la escolaridad, en el que las diferencias
raciales, culturales, sociales e incluso de capacidad cognitiva no constituyan
un factor discriminatorio, sino que, al contrario, cada alumno pueda
aprender a su manera y en base a sus propias condiciones objetivas.
Inclusión laboral
Por su
parte, la inclusión laboral responde a la idea de que el trabajo es un derecho humano fundamental, y
que las personas no deberían ver limitada su posibilidad de ejercerlo y
ganarse el pan debido a condiciones físicas, médicas o psicológicas.
Esto
significa que las personas con discapacidades físicas, con dolencias
psicológicas, o incluso las personas trans no deben verse, como lo han
hecho tradicionalmente, excluidas del mercado laboral, siempre y cuando las
capacidades requeridas para el trabajo estén perfectamente a su alcance.
Un modelo
incluyente de trabajo le garantiza a los ciudadanos, independientemente de sus retos personales, la
posibilidad de ganarse su propio sustento de manera digna y honrada. De este
modo los protege de circuitos de explotación,
de la seducción del facilismo criminal o de las adicciones, y por lo tanto
beneficia también a la sociedad como un todo.
Inclusión y exclusión
Los
conceptos de inclusión y exclusión, como vimos al principio, son contrarios e
irreconciliables. La inclusión tiende a ampliar las cuotas de participación de
la ciudadanía en la sociedad, persigue la redistribución equitativa de las
oportunidades y parte del supuesto de que una sociedad justa es una sociedad en
la que se tome en cuenta a la mayor cantidad de segmentos de la población.
Por el
contrario, la exclusión tiende a cerrar la participación popular, concentrar
las riquezas y las oportunidades en ciertos segmentos de la sociedad y a
dejar que el resto se las arregle por su propia cuenta.